Trolls, la cara oscura de Internet

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Trolls, la cara oscura de Internet
aqui dejo pegado esta noticia de un periodico online:
 
Trolls, la cara oscura de Internet
 
Trolls, la cara oscura de Internet
  • Hasta la llegada de Internet un troll no era más que un personaje mitológico extraído de las sagas escandinavas. En España la palabra troll la puso de moda David el gnomo, una serie infantil de los años ochenta que narraba las peripecias en el bosque de un grupo de gnomos europeos. Con Internet y, especialmente, con la irrupción de los blogs personales, el viejo palabro que todos asociábamos a un monstruo antropomorfo y peludo adquirió una nueva acepción. Los trolls ya no eran el enemigo mortal de los gnomos, sino de los blogueros honrados. Pero, ¿qué es un troll en la era de Internet? Básicamente un impostor faltón y ligeramente desquiciado. Algo parecido a un saboteador pero que, en lugar de jugarse en pellejo en el mundo real exponiéndose a que le atrapen mientras perpetra sus fechorías, se esconde detrás del anonimato que ofrece la red de redes. Porque, y esto que quede claro, sin anonimato no hay trolls o, por decirlo de otro modo, la condición sine qua non del troll es su condición anónima. Toda la llamada web 2.0 está repleta de ellos. Gente que, por lo general, no tiene otra cosa mejor que hacer y que se pasa el día molestando a los demás, insultando y haciendo imposible la vida digital de sus víctimas.

    Visto así ser un troll es algo bastante desagradable, de ahí que los psicólogos lleven estudiando el caso desde hace más de una década. Muchos aseguran que se trata de gente inadaptada que vuelca sus frustraciones en la red. Otros, sin embargo, afirman que el troll es una persona normal, el vecino de enfrente, que tiene un desdoblamiento de personalidad. La tesis más habitual es la segunda. Internet ofrece, aparte de anonimato, muchas ventajas para el acosador. Por un lado la conversación es asincrónica, es decir, no se produce en tiempo real. Es algo tan sencillo e impune como tirar la piedra y esconder la mano. La víctima siente el aliento del troll, pero no puede verle y no podrá hacerlo jamás, la red es inmensa y es muy fácil aparecer y desaparecer.

    Acosadores de twitterPor otro, a diferencia de los saboteadores que, una vez cogidos, no pueden volver a actuar, el trolleo en Internet se perpetua por los siglos de los siglos si el troll en cuestión así lo desea. No necesita más que ir cambiando de avatar, esto es, de identidad conforme va quemando anteriores pseudónimos. Muchos blogueros se las ven y se las desean para “desinfectar” su blog de indeseables trolls que, inasequibles al desaliento, van mutando de identidad.

    Otro factor que ayuda a explicar el patológico comportamiento de ciertos trolls es lo que los psicólogos denominan la "imaginación disociativa". En la red nadie se ve la cara. Sabemos que hay un ser humano al otro lado, pero no podemos verle ni oírle. En los años 60 un estudio demostró que la gente administraba con una pasmosa facilidad una descarga eléctrica a otro individuo si no podía verle ni sentir su presencia. Este principio trasladado a la red es el que gobierna la mente del troll. No le preocupa el sufrimiento que pueda estar causando con sus insultos porque ha despersonalizado mentalmente al acosado.

    El troll, en definitiva, considera que las normas que rigen en el mundo físico no valen para el virtual. Así, alguien que deja su asiento en el Metro a una ancianita o cede el paso a las mujeres en las puertas, puede acto seguido convertirse en el terror de un foro o en uno de esos acosadores incansables que proliferan por Twitter. Sólo existe un remedio probado contra ellos: ignorarles. Es un proceso largo pero funciona.