Todavía me acuerdo hace un par de años que andaba buscando tankimazin para el vuelo de vuelta a España, (que no se hiciera muy pesado), evidente sin receta está cuanto menos, complicada la cosa, todavía te estoy agradecido por la indicación Herr, y oye, la calidad, pues la misma que el producto español.
En mi tercer viaje si que agarré una cagalera bien buena, antes de ese día pensaba que ya había alcanzado la inmunidad, pero no, creo que hasta ese día simplemente había comido en lugares higiénicos y cuando me flipé y me las di de fanboy y comí en un sitio cutre pues pasó lo que pasó.
Aunque gracias al asesoramiento del farmaceutico y a las medicinas que me vendió a los dos días ya estaba como nuevo.
Yo, la única cagarrea que he sufrido en mis viajes al Reino de las Maravillas fue la única vez que comí en Don Meuang. hasta ese momento, ni las moscas, ni los cacharros lavados en un bidón pestífero a pie de calle, ni las ratas callejeras como conejos cebados habían conseguido estropiciar mi casquería. Bastó una pasadita por el burguer aeroportuario....
O tal vez fue mental. Sí, si lo pienso... Era el descanso final en Phuket, tras un periplo asiático de 2 meses, y me había repetido a mí mismo que no podía descacarriarme hasta llegar a mi reposo playero. Y, curiosamente, lo primero que hice al llegar del aeropuerto fue ir a la playa a tomar un baño. Subí el murete del paseillo marítimo de Phuket, pisé la arena y.... Sí, lo habéis adivinado: Me cagué.
Me cagué por encima. Un chorro espeso y caliente salió de mis tripas para alojarse en mi bañador, antes de deslizarse amablemente por mis piernas. Afortunadamente, la marea estaba alta y llegué enseguida al mar, donde pude culminar la faena a gusto, para regocijo de mi ojete y de los peces. En fin, cosas de la psicología.... Y de los aeropuertos.
Todavía me acuerdo hace un par de años que andaba buscando tankimazin para el vuelo de vuelta a España, (que no se hiciera muy pesado), evidente sin receta está cuanto menos, complicada la cosa, todavía te estoy agradecido por la indicación Herr, y oye, la calidad, pues la misma que el producto español.
Es impresionanate la cantidad de farmacias que hay en Pattaya, supongo que la parte fuerte del negocio será el kamagra, los condones y antidiarreicos.
Pues yo en casi un año todavía no me he ido de vareta, toquemos madera.
En mi tercer viaje si que agarré una cagalera bien buena, antes de ese día pensaba que ya había alcanzado la inmunidad, pero no, creo que hasta ese día simplemente había comido en lugares higiénicos y cuando me flipé y me las di de fanboy y comí en un sitio cutre pues pasó lo que pasó.
Aunque gracias al asesoramiento del farmaceutico y a las medicinas que me vendió a los dos días ya estaba como nuevo.
Todo quedó en un susto entonces, yo a lo que le temo es a los mosquitos, ¿cuál será la probabilidad de pillar una malaria o un dengue?
Las mismas posibilidades que en España.
A mi en España me picará un mosquito al año, aquí, todos los días.
Les gusta la sangre latina, igual que a las Thais.
Yo, la única cagarrea que he sufrido en mis viajes al Reino de las Maravillas fue la única vez que comí en Don Meuang. hasta ese momento, ni las moscas, ni los cacharros lavados en un bidón pestífero a pie de calle, ni las ratas callejeras como conejos cebados habían conseguido estropiciar mi casquería. Bastó una pasadita por el burguer aeroportuario....
O tal vez fue mental. Sí, si lo pienso... Era el descanso final en Phuket, tras un periplo asiático de 2 meses, y me había repetido a mí mismo que no podía descacarriarme hasta llegar a mi reposo playero. Y, curiosamente, lo primero que hice al llegar del aeropuerto fue ir a la playa a tomar un baño. Subí el murete del paseillo marítimo de Phuket, pisé la arena y.... Sí, lo habéis adivinado: Me cagué.
Me cagué por encima. Un chorro espeso y caliente salió de mis tripas para alojarse en mi bañador, antes de deslizarse amablemente por mis piernas. Afortunadamente, la marea estaba alta y llegué enseguida al mar, donde pude culminar la faena a gusto, para regocijo de mi ojete y de los peces. En fin, cosas de la psicología.... Y de los aeropuertos.