Dso indios han sido detenidos en Phuket por extorsionar a compatriotas suyos.
http://www.khaosodenglish.com/news/crimecourtscalamity/2017/10/10/foreig...
Dso indios han sido detenidos en Phuket por extorsionar a compatriotas suyos.
http://www.khaosodenglish.com/news/crimecourtscalamity/2017/10/10/foreig...
Los indios van dejando muy mala imagen por allá por donde van; unos cuantos indios integrantes de los contimgentes militares de la ONU han sido acusados de violaciones a menores en más de uno de los países donde han estado.
No hay mas que ver ver los múltiples casos que se dan en la India de violaciones masivas a nativas y extranjeras, incluso a niñas de 10 ó 12 años, y ya no hablemos de los tocamientos, algo habitual en cuanto tienen la oportunidad esa pandilla de animales salvajes; cuando te enteras de estas situaciones pienso si deberían haberse independizado o seguir bajo el yugo británico.
Los indios son una cosa complicada.....
Al hilo de este post, he recordado una situación que me puso los pelos de punta.
Goa: hace no tantos años. Estaba yo acabando un viaje de varias semanas por la India, y decidí irme con mi novia de aquella altura a la antigua colonia portuguesa, para disfrutar de las playas y de su ambiente supuestamente "Jipi". El agua, maravillosa, invitaba a disfrutar de la calma de Anjuna Beach hasta la noche, para acabar el dia tras la puesta de sol tomando algo en el restaurante que estaba abierto en esa época. El acceso a la playa se hacía por un caminillo algo accidentado y bastante tortuoso. Del ambiente "jipi" quedaba bastante poco, más bien se veían nostálgicos sesenteros y treintones algo despistados como yo, buscando la estela de una época que ya fue, sin demasiado éxito.
Al final de la tarde, uno de los restaurantes-discoteca que estaban abriendo para la temporada comenzaba a emitir música tecno a toda pastilla, de manera que ni debajo del agua conseguías refugiarte del chunda-chunda. Hubiera cuadrado mejor algo más chill, pero el mercado y las modas mandan, así que rapidamente aprendimos a bajar antes a la playa, retirarnos antes de la puesta del sol y evitar el cristo de los preparativos de la época playifestivalera que parecía estar aproximándose.
Un dia, por pereza o curiosidad, decidimos quedarnos hasta más tarde. Se hizo de noche. Las luces mortecinas de neón del restaurante iluminaron algunos metros de arena, los vendedores de calamar seco a la plancha encendieron sus cocinas de keroseno, preñando el ambiente de un nauseabundo olor a combustible mal quemado, y los noctívagos occidentales se juntaron a los locales que buscaban un rato de asueto cerca del mar.
Acabado el ritual de la cena, nos marchamos.
Emprendimos el camino con ayuda de una linterna, por el senderillo serpenteante de entrada a la playa, para ir a buscar nuestra moto. Es un camino por veces empinado, con algunos recovecos, de casi un kilómetro. Acaba en una pequeña chabola que da paso a otro senderillo de unos 200 metros y, por fin, a la explanada que permite estacionar las motocicletas, y de la que se sale hacia la carretera general por otro camino algo más ancho, entre casas dispersas. Una zona bastante inquietante si no fuese porque habitualmente está lleno de gente de toda edad y condición.
Pero esa noche, los concurrentes -algunos de ellos- hicieron que se me erizase el vello de la espalda cuando se me encendieron todas las alarmas.
No he tenido miedo en favelas de Natal, ni en medio de la Guerra de Rio de Janeiro, ni siquiera cuando muy joven me fui a Manhattan, en los tiempos de la ultraviolencia en esa ciudad. A lo mejor, porque soy muy despistado, y no me fijo demasiado en lo que me rodea.
Pero esa noche...
Junto a la caseta que he descrito, en una zona algo angosta y de difícil acceso, había unas 6 motos aparcadas de cualquier manera, y apoyados en ella unos jóvenes indios con un aspecto bastante normal, hasta sorprendentemente occidentalizado, diría yo. No fue su manera de vestir, ni sus cortes de pelo, ni que exibiesen algún arma, ni nada por el estilo.
Fue una actitud arrogante, agresiva, acompañada de la posibilidad de una absoluta impunidad, que percibí en los gestos, miradas y comentarios adivinados, lo que me heló la sonrisa en aquella salida de la playa.
No comenté nada con mi acompañante hasta bastante tiempo después, y cuando lo hice, ella no estuvo de acuerdo conmigo en mis apreciaciones.
Pero esa impresión no se me borrará jamás.
Si yo llego a ser algo menos voluminoso fisicamente o mi compañera llega a salir sola de la playa, creo que lo mínimo a lo que podríamos haber aspirado hubiera sido llevarnos unos empujones y algún que otro tocamiento.
Solo en Túnez me ha pasado algo parecido.
Cosa de moros?
No sé, en Goa son cristianos en buena mayoría....
Lo cierto es que fue una impresión muy vívida. Por eso no me sorprenden en absoluto las noticias de violaciones y asesinatos que llegan de India.
Mal rollo.
Luego presumen de que tenían una civilización y cultura muy considerable cuando en Europa estábamos viviendo práctivamente en cavernas. No lo niego, es verdad, pero también es verdad que nuestra cultura procede en gran medida de la civilización romana que no ha tenido parangón en el mundo antiguo, porque casi todo lo que hacían estaba dirigido como objetivo final al pueblo "a la plebe" y los indios, chinos y demás culturas más antiguas, sus esfuerzos estaban encaminados al disfrute esclusivo de las élites, lo mismo que hacían los griegos en occidente y por eso fueron barridos por los romanos.
Supongo que el hecho de que todavía en la India, sobre todo en las zonas rurales los parias no sean apenas considerados y que persista un poso del antiguo sistema de castas, pueda hacer que aprovecharse de las personas no sea algo tan mal visto como en occidente. Hasta es posible que estos indivíduos tengan un alto concepto de si mismos y ni siquiera tengan conciencia de que son delincuentes.
Pero no siempre en occidente, cualquiera que se salte la ley es cosciente de que es un delincuente, hay personajes que delinquen y no les pasa nada y siguen delinquiendo y creen que tienen derecho a delinquir por creer que están mandatados por otros delincuentes, como por ejemplo Puigdemont
Caramba, ahora que hablas de puchdemon, me he acordado de una imagen que me impactó sobremanera en la India:
A la entrada de Benarés hay una carretera cochambrosa y polvorienta, atestada de tráfico hasta los topes, por la que se va a un templo que contiene unas interesantes imágenes de mandalas que fui a visitar. Recuerdo estar apoyado confortablemente en la ventanilla del coche particular que me llevaba de aquí para allá, disfrutando del aire acondicionado con un refresco en la mano. El automóvil paró en un momento de atasco. A pocos centímetros de mí había una serie de bultos blanquecinos que la claridad del exterior apenas me permitía distinguir.
Cuando conseguí adaptarme a la luz de fuera del coche, pude ver una especie de tienduchas elaboradas con palos y plásticos, que ocuparían un metro cuadrado de superficie, arracimadas como animales irreales bajo una canícula insoportable. Pasó un camión en sentido contrario al nuestro a poca velocidad, y su estela levantó una polvareda terrorífica. En ese instante, uno de los harapos de plástico que cibría una de las minichabolas se levantó y me dejó entrever las piernas, el torso y los brazos de una especie de cuasi esqueleto humano apenas cubierto de piel ennegrecida, que se movía dificultosamente para extender la mano en gesto de súplica.
No le vi el rostro.
Aún así me dejó helado.
Contemplar, a escasos 80-90 centímetros de mí, el aspecto de la miseria más extrema, me paralizó completamente. Me hizo sentir terriblemente frágil.
Dentro de mi burbuja de cristal e hierro, estaba aparentemente seguro. Pero... por cuánto tiempo? Qué es lo que realmente me separa de aquel hombre y su miseria?
No pude evitar pensar que mientras existan personas tan inconcebiblemente misérrimas, nadie está a salvo de caer en ese horror.
Diré que la compasión apenas tuvo lugar en mi alma ante semejante visión. Fue el miedo, antes el pánico, lo que me inundó y conmovió; el terror a la enfermedad y la pobreza, a la soledad, al olvido... Por puro egoismo, creo que nadie debería vivir así. Nadie.
Solamente de esa manera se consigue eliminar la posibilidad de caer en tal abismo...
Joder malandro, ¿Como es posible que Puigdemont te recuerde esa visión horrible de una calavera apenas recubierta de un pellejo ennegrecido, sin fuerzas para moverse y las puertas de la muerte? Puigdemont vive en Bruxelas, está lustroso, dispone de recursos que rondan la indecencia tanto por su cuantía como por su origen y en lo único que se pudieran parecer es en un futuro poco alagüeño, con la diferencia de que el indio lo tiene garantizado y Puig es más que dudoso, después de haber ocasionado una catástrofe de unos 14.000 millones de euros.