Son altos ejecutivos reclutados en el medio profesional de Hong Kong. Integrarán en secreto el Mekong Club que luchará contra la esclavitud moderna y la explotación sexual.
Durante el día, se dedican a los combates en los consejos de administración o a la elaboración de estrategias empresarias. Pero en sus horas libres actuarán casi como agentes secretos en la guerra contra el tráfico de seres humanos. Empleados de bufetes de abogados, de firmas contables, de bancos o de empresas de telecomunicaciones fundaron un club selecto que enviará letrados a los juicios contra autores de estos crímenes, recurrirá a los conocimientos de expertos financieros para acechar a los traficantes o pedirá a sus especialistas en telecomunicaciones que habiliten líneas especiales para atender a las víctimas.
Es la primera iniciativa de este género en el mundo, según informa el China Daily, adoptada en este caso en una región -Asia-, en cuyas redes de tráfico humano caen más de 9 millones de personas. Un negocio que genera cerca de 34 mil millones de dólares cada año.
La vida de las personas afectadas por este sórdido comercio no puede estar más alejada de las suyas. Pero cerca de una docena de estos altos ejecutivos han aceptado utilizar su influencia en la difícil tarea de combatir una actividad que destruye miles de vidas.
Como es de suponer, la lista de miembros del Mekong Club es anónima, para proteger a sus integrantes de eventuales amenazas de bandas criminales; su página web apenas consigna los propósitos de la asociación, ofrece un formulario de contacto para quienes deseen colaborar con su tarea y links a algunos artículos de prensa. El grupo se define como una fuerza de tareas que busca vincular las capacidades financieras, la inteligencia y la experiencia de los profesionales de esta megalópolis con la guerra contra la trata de personas.
Durante las reuniones previas al lanzamiento de este grupo, los ejecutivos de las cinco primeras firmas de abogados y tres compañías telefónicas, así como varias financieras decidieron respaldar este proyecto, ideado por el Proyecto Interagencias en Tráfico Humano de las Naicones Unidas (UNIAP), por sus siglas en inglés) que trabaja en seis países del Mekong: China, Tailandia, Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya.
El UNIAP trabaja en la región desde hace 10 años y ha tejido estrechos lazos con los gobiernos de estos países para acordar políticas. Pero los recursos de este organismo no son suficientes para la lucha contra este flagelo.
Matthew Friedman es el director regional del UNIAP y trabaja en estrecha cooperación con otros organismos de la ONU como UNICEF, el PNUD y la OIT. El funcionario sostiene que es el testimonio de las víctimas de la trata lo que impulsa a los cuadros del establishment a cooperar. Y Hong Kong es el lugar ideal por su ubicación estratégica en la región, por los recursos financieros que concentra, así como el conocimiento en áreas como las telecomunicaciones, logística y tecnología, necesarias para combatir y prevenir un crimen que se sirve de ellas.
"Esta gente, dice en referencia a los miembros del Mekong Club, tiene la habilidad para ver cómo cambiar las cosas y resolver problemas". Él cree que los profesionales de Hong Kong tienen ideas y enfoques que jamás se les ocurrirían a los funcionarios de una ONG o de un organismo internacional. "El tráfico de personas tiene lugar en el reino del negocio negro, del negocio podrido. Entonces, ¿qué mejor para contrarrestarlo que el sector privado?", pregunta Friedman.
Fuente: Infobae
Coño, que me fichen, que yo trabajo de gratis sólo a cambio de los gastos.
Esto huele a la excusa prefecta para todos estos ejecutivos. Ya los veo, la mujer o el jefe preguntandoles que dónde estaban, por qué llegan tan tarde, por qué hacen tan mala cara,...y ellos se le acercan y le susurran en la oreja: "no se lo digas a nadie, soy un espia de la ONU para el tráfico humano y esta noche he tenido que ir a un monton de bares a ver si las señorítas que había or allí eran libres o estaban presionadas por algún mafioso".
Además estoy seguro que en el cumplimiento del deber van a tener que hacer un montón de entrevistas privadas en lugares íntimos dónde no les vea nadie.