Era el momento que Camboya llevaba esperando más de tres décadas. El día en que los cuatro dirigentes aún vivos de los Jemeres Rojos iban a responder por primera vez por la muerte de unos dos millones de personas entre 1975 y 1979. Una espera que se ha visto empañada por el desafío que dos de los exlíderes lanzaron al tribunal internacional que los juzga.
Nuon Chea, el número dos del régimen, aparecía ataviado con un tupido gorro y unas gafas de sol que no dejaban ver su mirada. "No estoy de acuerdo con esta audiencia", aseguró el ideólogo del régimen antes de marcharse en protesta por una investigación que su defensa considera "injusta".
"Ha sido una broma para la Justicia y para el pueblo camboyano", proclamó Youk Chhang, director del Centro de Documentación de Camboya y víctima del régimen. "Nuon Chea sabe que es responsable y sólo quiere esconderse", denunció Chhang.
"Los jóvenes no van a aprender así nada y conseguirán que haya otro genocidio"
Otras víctimas se mostraron más preocupadas por que la actitud de los acusados pudiera entorpecer el proceso y causar una impresión negativa sobre las generaciones futuras. "
Los jóvenes no van a aprender así nada y conseguirán que haya otro genocidio", añadió Chum Mey, uno de los supervivientes del S-21, el principal centro de torturas de la época.
Condenado a muerte
La defensa de Ieng Sary, antiguo ministro de Exteriores, también puso en cuestión la autoridad del tribunal, a quien acusó de violar el derecho de su cliente de no ser enjuiciado dos veces por la misma causa. Sary se escudaba así en la sentencia a muerte pronunciada en 1979 por un tribunal creado por el entonces Gobierno camboyano cuando el exjemer rojo ya había huido a la frontera con Tailandia.
Es el segundo y más complejo caso contra el régimen comunista
A su lado escuchaban los otros dos acusados, Ieng Thirith, entonces ministra de Asuntos Sociales, y Khieu Samphan, antiguo jefe de Estado. Los cuatro se enfrentan a cargos por genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y podrían ser sentenciados a una pena máxima de cadena perpetua.
La defensa de Nuon Chea recordó además las acusaciones de falta de independencia que pesan sobre el tribunal y aseguró que el Gobierno camboyano "obstruyó" de forma deliberada la investigación al impedir que se entrevistara a testigos fundamentales.
Es el segundo y más complejo caso contra el régimen comunista, después de que hace un año fuera sentenciado Kaing Guek Eav, alias Duch, director del S-21, a 35 años de prisión. Casi 4.000 partes civiles y miles de testigos buscarán las principales claves sobre la política implantada durante los escasos años de poder de los Jemeres Rojos. Un proceso a contrarreloj, ya que se teme que los acusados, de entre 79 y 85 años, puedan morir antes de recibir sentencia.
Fuente: Público escrito por Laura Villadiego que lleva el blog El mundo desencajado