La Embajada de España en Tokio "no ha contactado conmigo para nada"

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Cuatro días ha tardado la Embajada española en Tokio en ponerse en contacto con los españoles residentes en Japón. Lo ha hecho para informar sobre la situación del país y para advertir de la posibilidad de nuevas réplicas. "No han contactado conmigo para nada, aunque estoy registrada con tres niños. Ayer recibimos el primer informe en un email colectivo". Así lo ha contado a ELMUNDO.es Montserrat Sanz, una española que lleva desde 1996 viviendo en el país asiático.

Esta profesora en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe asegura que entiende que la legación haya estado ocupada buscando a "aquellos que no encontraban". Sanz entiende que "estuvieran saturados", pero lo que le "molestó mucho fue oír hace unos días en TVE que, según la Embajada de Tokio, todos los residentes españoles estábamos bien. Me pregunto cómo se atreven a dar ese comunicado sin llamarnos".

Montserrat vive en Kobe, muy cerca de la ciudad de Osaka, con su marido, un ingeniero informático venezolano, y con sus tres hijos. "Desde la Embajada de Venezuela hace dos días nos llegó un mail diciendo que si queríamos, nos podíamos apuntar al plan de evacuación, en caso de que se pusiera en marcha. Nos pedían datos de toda la familia, nuestra dirección aquí y en Venezuela a la que querríamos volver. Del Gobierno español, nada", comenta.

Extrañada por la actuación de la legación española ella misma optó por llamar a la embajada para asegurarse de que estaba correctamente registrada. "Una japonesa muy amable que trabaja allí" le dijo que "pasaría su mensaje a los encargados" y que ya recibiría una llamada. De momento, silencio absoluto.

Sanz, que llegó a Japón hace 15 años para trabajar en la Universidad de Kobe, estaba en un congreso en Tokio cuando la tierra tembló. Todo el protocolo de seguridad se siguió según lo previsto: salir de los edificios, detener el transporte público, abandonar las estaciones subterráneas, entre otras muchas medidas, que los japoneses conocen y respetan a rajatabla.

Según explica Montserrat, en Japón "hay un sistema social que funciona perfectamente gracias a la responsabilidad individual de cada uno por sus tareas". Y no lo dice simplemente por la rápida actuación del pueblo inmediatamente después de la catástrofe, sino también por la gestión de la crisis nuclear. La española está convencida de que "si hay un país donde se pueda aplicar tecnología al mismo tiempo que responsabilidad, es Japón. Si hay un desastre nuclear, las evacuaciones se han hecho a tiempo en su mayoría y se ha hecho todo lo humanamente posible", explica.

Sensacionalismo de los medios

Asombrada por el sensacionalismo con el que se está tratando la catástrofe fuera, critica esa "obsesión de los medios occidentales por captar lágrimas, sentido de la tragedia, por buscar escenas morbosas, pero aquí eso es más difícil porque no les gusta airear sus miserias, no les gusta victimizarse en absoluto".

"Los japoneses son personas cálidas y con una gran calidad humana. Por supuesto que sufren y lloran. Lo que ocurre es que esas manifestaciones se guardan para lo privado, para los momentos íntimos con las personas cercanas", asegura Montserrat admirada por un pueblo para el que "lo más importante es la colectividad, aportar a la reconstrucción, no perder tiempo victimizándose". Aunque ella sabe perfectamente que sufren.

Por esa admiración y los deseos de ayudar, está deseando que se reanuden de nuevo las clases en la universidad. En abril regresará a las aulas para seguir con la educación de los jóvenes, a los que ella considera "la esperanza de sacar al país de la depresión en que lleva sumido dos décadas, y ahora con más razón".

Lejos de querer salir corriendo, Montserrat se siente "afortunada de estar viviendo una experiencia como ésta" con una gente cuya actitud le proporciona "una lección de vida diaria". Para ella "es impresionante ver cómo reaccionan. El sentimiento de responsabilidad, colectividad, esfuerzo, dignidad y agradecimiento son espectaculares". Más motivos para quedarse y trabajar por el futuro de Japón.

Fuente: El Mundo