El primer ministro tailandés Abhisit Vejjajiva podría tener nacionalidad británica

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El primer ministro de Tailandia nunca ha intentado ocultar sus raíces británicas. Nacido en Newcastle (Inglaterra) y educado en Oxford, en la calle se dice que el origen de Abhisit Vejjajiva contribuye a dar un poco más de caché a Tailandia. Pero algunos de sus oponentes políticos dicen que sus raíces británicas son quizá demasiado profundas.

Con planteamientos que recuerdan a los que esgrimen algunos grupos en EEUU contra Barack Obama (que dicen que no puede demostrar su nacimiento en suelo patrio), al premier tailandés le acusan de ocultar su ciudadanía británica.

A todas luces, se trata de una nueva maniobra para intentar ensuciar la imagen de un político al que ya se le acusa de no tener sintonía con los pobres de la zona rural tailandesa. Si Abhisit resulta tener la ciudadanía británica, un hecho que él niega, los abogados contratados por su acaudalado oponente político aseguran que el primer ministro podría ser juzgado por crímenes contra la humanidad en tribunales internacionales.

Reino Unido ha ratificado un tratado que somete a sus ciudadanos a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional de La Haya. Tailandia, sin embargo, no lo ha hecho.

“Este hombre podría ser ahogado en la sangre que tiene en sus manos”, aseguró Robert Amsterdam, un abogado estadounidense que trabaja para el ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra, en una reciente conferencia de prensa en Japón. “Tiene ciudadanía británica. Abhisit tendrá que demostrar a la fiscalía que ha renunciado a ella”.

El tema de su ciudadanía y el intento de acusar a Abhisit por crímenes de guerra son la estrategia más reciente de Shinawatra para forzar la salida del primer ministro tailandés.

Thaksin Shinawatra fue derrocado en 2006 por los generales tailandeses, que mantienen unas relaciones mucho más cómodas con el actual partido en el gobierno. Los supuestos crímenes contra la humanidad que esgrime se habrían producido el año pasado en acciones violentas contra los Camisas Rojas, un grupo de activistas antigubernamentales. Sus manifestaciones en Bangkok, que llegaron a reunir a 200.000 personas, recibieron el apoyo de Shinawatra y tenían como objetivo derrocar a la denominada “aristocracia tailandesa”, que lidera Abhisit.

Tras ocupar partes de Bangkok durante semanas, las manifestaciones terminaron tras la intervención del Ejército. Más de 90 personas murieron, la mayor parte de ellas manifestantes, aunque también fallecieron soldados y periodistas occidentales. Casi 2.000 personas resultaron heridas y una serie de incendios provocados tiñeron de negro el cielo de la capital.

Grupos independientes de derechos humanos y medios occidentales señalaron que las fuerzas de seguridad tailandesas podrían haber disparado contra manifestantes desarmados, algo que el Ejército niega. El gobierno no ha abierto ninguna investigación para aclarar si hubo alguna irregularidad por parte de los militares en los enfrentamientos, por lo que ha recibido numerosas críticas.

Desde el punto de vista del gobierno, las ofensivas con fuego real estuvieron justificadas después de que manifestantes radicales hubiesen tomado el control de las protestas. De hecho, durante una acción nocturna del Ejército, un coronel y varios soldados murieron cuando manifestantes vestidos de negro defendieron el campamento de protesta con rifles de asalto.

Pero según el informe del abogado Amsterdam, esos hombres vestidos de negro eran en realidad “algunos de los francotiradores y tiradores mejor formados, reclutados de todas las ramas del Ejército”.

Condenar a Abhisit en base a unas acusaciones anónimas o llevarle ante la corte internacional más conocida por perseguir a los jefes de la milicia congoleña, parece algo casi imposible. Aún así, tanto él como su partido han respondido a las acusaciones de que el primer ministro es en realidad un ciudadano británico.

Esta acusación “pisotea los corazones de la gente de Tailandia”, aseguró recientemente el diputado demócrata Attaporn Ponlabut en una entrevista al periódico Matichon. “Esto es demasiado para que la gente tailandesa lo pueda aguantar”.

Abhisit niega estar en posesión de la ciudadanía británica y ha dicho, a través de un portavoz, que renunció a ella cuando todavía era joven y estudiaba en Inglaterra. Cuando viaja al Reino Unido, el primer ministro solicita un visado, al igual que cualquier otro tailandés.

“No hacemos comentarios sobre casos individuales, aunque sea el primer ministro de Tailandia”, explica Sam Eversden, desde el Ministerio de Interior británico.

Abhisit ha sido indudablemente ciudadano británico en un momento de su vida. El primer ministro nació en Newcastle en 1964, de padres tailandeses. Cualquier persona nacida en suelo británico antes de 1983 tiene automáticamente por ley la ciudadanía británica.

El nombre que recibió el primer ministro al nacer es Mark A. Vejjajiva, según el certificado de nacimiento obtenido por GlobalPost. También es ciudadano de Tailandia, como cualquier hijo de tailandeses, nazca donde nazca.

“Tiene derecho a la ciudadanía de los dos países: una por sangre, y la otra por el lugar de nacimiento”, asegura Bongkot Napaumporn, de la Universidad de Thammasat. “No hay ninguna ley que prohíba la doble nacionalidad”.

Aunque cualquier prueba que demuestre la ciudadanía británica de Abhisit le podría dañar políticamente, probablemente no terminaría con su gobierno.

No hay ninguna ley en Tailandia que obligue a los políticos a renunciar a su segunda nacionalidad antes de asumir el poder, explica Bongkot. Aún así, se le puede quitar la ciudadanía a una persona si las autoridades dictaminan que supone un peligro para la seguridad nacional.

La ciudadanía de Thaksin Shinawatra también ha sido investigada. Aunque conserva la nacionalidad tailandesa, su pasaporte ha sido anulado por el gobierno. Ahora tiene nacionalidad de Montenegro. El gobierno tailandés también le ha acusado de hacerse con otros cinco pasaportes diferentes y de viajar bajo el nombre de Takki Shinegra.

Aunque sigue siendo popular entre la clase trabajadora tailandesa, el dos veces primer ministro no regresa a Tailandia por temor a tener que cumplir una sentencia de dos años de cárcel por delitos de fraude y terrorismo relacionados con las protestas del año pasado.

Fuente: La información