Los ejércitos de Camboya y Tailandia acordaron hoy un alto el fuego que detiene la escalada de violencia, después de siete días de enfrentamientos fronterizos que han causado 15 muertos -uno de ellos civil- y decenas de miles de desplazados.
Un portavoz gubernamental de Camboya confirmó en Phnom Penh que responsables militares de ambos países se reunieron para negociar en el paso fronterizo de Osmach, en la provincia camboyana de Oddar Meanchey y colindante con la provincia tailandesa de Surin.
La reunión entre el comandante general camboyano Chea Mon y el teniente general tailandés Thawatchai Samutsakorn duró unos tres cuartos de hora y permitió acordar el alto el fuego inmediato y la reapertura de los pasos fronterizos cerrados a causa de las hostilidades.
"Ha comenzado un alto el fuego. Vamos a ver si no hay más disparos esta tarde, esta noche y mañana. Si no hay más combates, Thawatchai Samutsakorn se reunirá mañana con Chea Mon", anunció el jefe de las Fuerzas Armadas de Tailandia, Prayuth Chan-ocha.
Antes del acuerdo, el fuego de artillería y fusiles tenía lugar sobre posiciones militares camboyanas al oeste de Osmach, y alrededor de los templos hindúes de Ta Meun (Ta Moan en camboyano), Ta Kwai (Ta Krabei) y Preah Vihear.
Quince personas han muerto en estos siete días de enfrentamientos, de las cuales solo una es civil, según datos oficiales de ambos países; otras 60 personas han resultado heridas y más de 55.000 han buscado refugio en centros de evacuación.
Muchos de los refugiados camboyanos se han protegido en Samrong y la carretera de 30 kilómetros que separa la ciudad de los templos de Ta Meun y Ta Kwai ha quedado desierta, como la mayoría de las casas.
Solo unos pocos, en su mayoría personas mayores, se han quedado en sus propiedades para cuidar el ganado y por miedo al pillaje.
"Nadie nos está ayudando a venir. Nos fuimos porque oíamos los disparos y las bombas", asegura Satheu, de 55 años, quien llegó a Samrong con toda su familia en un pequeño tractor con remolque.
La tregua se ha alcanzado el mismo día en el que la embajadora de Estados Unidos en Tailandia, Kristie Kenney, visitó al primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, en la Casa del Gobierno para tratar del conflicto.
A la salida de la entrevista, Kenney explicó a los periodistas que había expresado al jefe de Gobierno el deseo de Estados Unidos de que Camboya y Tailandia detengan la escalada de violencia y busquen una salida negociada.
La diplomática estadounidense aseguró que su país no iba a intervenir, indicó que la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) dispone de los mecanismos necesarios para sofocar el conflicto, y expresó su confianza en que camboyanos y tailandeses acabarán por sentarse a negociar.
Indonesia, como presidente de turno de la ASEAN, lleva desde febrero, cuando tuvieron lugar las últimas hostilidades, intentado reconciliar a Camboya y Tailandia.
Tras un comienzo alentador, Tailandia empezó a objetar los planes de enviar observadores indonesios a la frontera y a insistir en que las conversaciones se mantuviesen en un plano bilateral.
Ahora, ambos países se acusan mutuamente de haber comenzado las hostilidades el viernes pasado e intercambian acusaciones cuyo tono ha ido aumentando con el paso de los días, como las de cometer genocidio y crímenes contra la humanidad que el servicio de propaganda gubernamental camboyano atribuía a Tailandia la víspera.
La frontera común, fuertemente minada, nunca han estado claramente definida desde que Francia abandonó sus colonias en el Sudeste Asiático tras la II Guerra Mundial y las disputas soberanistas han sido frecuentes.
El conflicto actual arrancó en 2008, cuando la UNESCO declaró patrimonio de la humanidad Preah Vihear, un monumento hindú del siglo XI, y lo incluyó en territorio camboyano.
Actualmente, Tailandia ya no reclama Preah Vihear, pero si varios kilómetros cuadrados aledaños.
Fuente: Agencia EFE