Gaspar Ruiz-Canela, Singhanakorn (Tailandia), 5 mar (EFE).- Las peleas de búfalos en Tailandia, en las que dos bovinos se embisten en la arena hasta que uno de ellos se rinde, provocan pasiones y la ruina de muchos campesinos en las apuestas ilegales.
Son muy populares en el sur, sobre todo entre las comunidades musulmanas, donde estos eventos atraen a familias enteras de campesinos curtidos por el sol tropical de las zonas rurales.
"Antes las peleas de búfalos de agua se celebraban en la época seca, cuando los animales estaban ociosos, pero ahora tienen lugar durante todo el año y se han convertido en un negocio para el turismo y las apuestas", explica a Efe Rogar Lohanan, fundador de Animal Guardians Association.
A diferencia de las corridas de toros típicas de España y algunos países de Latinoamérica, los búfalos no mueren y la lid se acaba en cuanto uno de los animales se retira mansamente ante los empellones del ganador.
Birmania (Myanmar), Camboya, China, India e Indonesia comparten la pasión tailandesa por estos combates entre bovinos.
"Estamos hablando de explotación animal para la satisfacción y el beneficio de los turistas, las autoridades y los corredores de apuestas, a pesar de que los animales no suelen terminar heridos y que ya no se sacrifica al perdedor", critica Lohanan.
"Esta barbarie tampoco se justifica, como alegan algunos, porque así se conserva la especie cuando los búfalos están siendo sustituidos por maquinaria en el campo y su carne es cada vez menos consumida", agrega el activista.
En Singhanakorn, en la provincia sureña de Songkla, los campesinos comienzan a llegar a la plaza de la aldea a primera hora de la mañana pertrechados con botellas de Red Bull, la bebida energética originaria de Tailandia, y las carteras con billetes.
"Vengo a todas las peleas que puedo y apuesto todo lo que puedo, unas veces pierdo y otras gano", explica Suchard, un campesino, mientras muestra a Efe su riñonera repleta de dinero.
A cada lado de la arena esperan los bovinos, de unos 800 kilos de peso y con cuernos afilados de unos 40 centímetros de largo.
Los cuidadores arropan, bañan y aplican masajes a sus campeones, mientras que los corredores de apuestas recorren las gradas de madera blandiendo las papeletas y anotan las pujas que les gritan los espectadores.
Resoplando pesadamente, dos grandes bovinos se miden y poco a poco acercan sus testas, entrelazan los cuernos y se dan empellones con violencia que, sin embargo, rara vez resultan en lesiones importantes.
La mayoría sigue la pelea en silencio, con expectación, pero los que se juegan su dinero no pueden reprimir las exclamaciones de ánimo para los animales por los que han apostado: "Pai, Pai" ("Vamos, vamos", en tailandés).
Uno de los contendientes se retira con la cabeza gacha ante el ímpetu del ganador, que es engalanado con guirnaldas de flores y adornos en los cuernos.
"En realidad no se hacen daño, así pelean los búfalos para imponerse a los demás en la manada y convertirse en el macho dominante", explica una espectadora que vive en Bangkok pero baja a su tierra, en el sur, cada vez que puede.
Su dueño no sólo gana entre 20.000 y 100.000 bat (650 y 3.000 dólares), según la importancia del combate, sino que el valor de su animal se revalorizará hasta costar millones de bat.
Otros con menos suerte pierden mucho dinero, a veces todos sus ahorros e incluso sus casas, en las apuestas declaradas ilegales por el Gobierno aunque se celebran de manera abierta.
"Será muy difícil erradicar esta práctica debido al dinero que mueven las apuestas. Además, muchos turistas dicen que las corridas de toros o de búfalos son crueles, pero luego pagan dinero para verlas en España o Tailandia", lamenta Lohanan.
Fuente: Agencia EFE