Trabajadores Tailandeses en España

A menudo nos quejamos de lo difícil que resulta ir a Tailandia a trabajar o "montar algo".  Abominamos de las restrictivas políticas migratorias y laborales tailandesas que dificultan enormemente a un farang trabajar allí LEGALMENTE. Pero en contra de lo que muchos piensan, el caso inverso es también enormemente farragoso y difícil, con el agravante añadido de que nosotros podemos ir allí como turistas con ánimo de "buscavidas" y tratar de buscar un trabajillo in situ, pero los tailandeses tienen también la dificultad de que ya el hecho de llegar a España es realmente difícil. Digamos que los procesos se invierten. Nosotros podemos acceder fácilmente al pais, y luego nos encontramos con los problemas, y los tailandeses tienen todos los problemas del mundo para acceder a España como trabajadores, pero una vez lo hacen, los problemas se van resolviendo.

  En mi pretensión de contratar trabajadoras Tailandesas para centros de masaje tradicional tailandés en España, mi experiencia es la siguiente:

  Problema 1: El paro.

  Como todos sabeis, España tiene unas tasas de paro insostenibles. Por ello, si pretendes traer (como empresario) trabajadores extranjeros al pais, el gobierno te lo va a poner difícil y va a tratar de asegurarse de que el puesto de trabajo que ofreces tenga como primera alternativa a un español, y para ello va incluso a cuestionar la propia naturaleza de tu negocio. En mi caso, repito, centros de masaje tradicional Tailandés.

   Como es lógico para cualquier persona con las entendederas y la lógica bien amueblada, un cliente/a valora ir a darse un masaje Tailandés, y que sea un Tailandés quien se lo de. Eso no quiere decir que no haya españoles que sepan hacerlo bien, pero una de las leyes no escritas del consumidor/cliente, es que uno prefiere pagar por lo genuino y auténtico, aunque la imitación sea perfecta. Si voy a comer comida japonesa, me gusta ver que el chef cortador del sushi sea un maestro nipón antes que un señor de Albacete, por muy bien que lo haga. Si me voy a dar una sesión de acupuntura china, parece que genera confianza ver a un técnico chino heredero de una tradición milenaria antes que una señorita de cuenca que hizo unos cursos. Y si me voy a dar un masaje Tailandés, es como más gratificante que sea un/a terapeura Tai que desde la cuna ha visto y practicado el masaje en el seno familiar, antes que a mariPuri la de tordesillas que se hizo un curso en el wat Po. Supongo que todos lo entendemos mejor cuando vemos a nuestro amigo Fernando preparando paellas en Chatuchak, y sabemos que no sería lo mismo ver a un japo haciendo paellas, que por muy bien que le salgan, nos va a saber distinto.

  Bien, pues toda esta lógica no aplica en la administración. Para la administración, lo que demanda tu clientela, y por lo que pagan, es un tema que no les incumbe. Ellos solo ven aptitudes y servicios, y si esos servicios los puede dar un español, lo demás se la pela. Por ello, tienes que enfrentar un terrible proceso administrativo en el que demuestres que la viabilidad de tu negocio depende de esos trabajadores extranjeros. Y no es fácil.

  Lo primero que haces es ir a las oficinas de inmigración de tu ciudad a informarte de los requisitos para contratar trabajadores extranjeros. Allí te darán varios formularios que rellenar, y te requerirán una serie de documentación, que básicamente consiste en verificar la viabilidad y solvencia de tu empresa. Es decir, declaración de la renta, Alta como sociedad, demostrar que estás al corriente con hacienda, etc, etc, etc... Querrán un pre contrato firmado por ambas partes, fotocopias de todo el pasaporte del extranjero en cuestión, etc etc etc. Y entonces aparece un documento imprescindible que es el que va a endiablar todo el proceso: Un certificado del servicio de empleo estatal, por el que acrediten que no puedes encontrar trabajadores de esas características en España.

  Entonces vas al servicio de empleo estatal a pedir ese certificado y ves que empieza la ginkana titulada "te vas a joder, pringao". Lo primero es tratar de convencer al funcionario que te atiende de que tú no quieres montar un prostíbulo encubierto. Es una de esas cosas que tiene este negocio. Cuando juntas las palabras "masajista" y "tailandesa", el cerebro de tu interlocutor lo que procesa es "happy ending" y "putiferio". Y para no decirte en tu cara lo que están pensando, empiezan a construirte el muro burocrático para desanimarte. El proceso es como sigue:

  Tienes que hacer una oferta pública de empleo con los requisitos que consideres necesarios para los aspirantes, que será distribuida por todo el territorio nacional, y que tendrá una exposición mínima de 15 días, y que será la propia agencia de empleo estatal la encargada de difundir. Pero en esa oferta, no puedes poner los criterios de selección que te de la gana. Por ejemplo: no puedes discriminar por nacionalidad, de modo que el puesto de trabajo no puede exigir que la persona sea Tailandesa. Tampoco puedes discriminar por género, de modo que no puedes pedir masajistas femeninas, sino personal de ambos sexos. Tampoco puedes exigir una titulación que no sea expedida en área Schengen, de modo que si tu quieres terapeutas que tengan la certificación de Wat Po, por ejemplo, pues tampoco. Tampoco puedes exigir idiomas que no sean comunitarios, y el Tailandés no lo es.

  Conclusión 1: tu oferta de empleo tiene que ser tan universal como:  masajistas titulados por cualquier centro español o europeo, que hablen inglés y alemán, y un período de experiencia donde sí puedes ponerte un poco exigente. Conclusión 2: tu negocio se va al carajo cuando un cliente atraido por la tradición y autenticidad de tu servicio, se encuentra con Paco el de Cuenca o Herminia, la de Ponferrada disfrazados de Tais dispuestos a darle un masaje tradicional Tai.

  No hay otro camino. Por más que les expliques a los del INEM que eso no te sirve, y no por capricho, sino porque los clientes quieren otra cosa, te jodiste. Esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas. Entonces cruzas los dedos y rezas para que nadie vea esa oferta de empleo, a ver si hay suerte. Y si aparece un/a candidato, pues a ver qué motivos razonables das para rechazarlo.

  Suponiendo que pase el período de búsqueda sin encontrar candidatos idóneos, el INEM te dará el certificado a regañadientes. Y con ese certificado y el resto de documentación, vuelves a inmigración a que te den un permiso de residencia y trabajo para las personas que quieres contratar, que en realidad es una calificación de APTO, no un permiso propiamente dicho. Esos permisos de residencia y trabajo en realidad son el visado que expide el consulado español en Tailandia. De modo que coges todos los papelotes, los metes en un sobre certificado y se los envías a las personas tailandesas a Bangkok, y entonces ellas tienen que ir al consulado a dar todos esos papeles, más otros que les pedirán allí (certificado médico, antecedentes penales, y todos los papelajos normales para un visado), y solicitar su visa, que como todas las de trabajo, es discrecional, y si el consulado considera que falta algo, o no lo ve claro, pues pueden denegarlo sin mayor abundamiento.

  Si superas toda esta carrera exitosamente, cuando tus trabajadores lleguen a españa después de varios meses de gestiones, te toca ir a hacerles sus NIES, etc, etc.

    Por eso digo que nuestras políticas migratorias laborales no difieren mucho de las trabas que nos ponen los Tais. El Tailandés que quiera venir aquí a trabajar, tiene que tener un contrato con una empresa española que es en definitiva quien va a garantizar su estancia, no puede tener un trabajo que pueda hacer un español que quiera hacerlo, y la marea burocrática se lleva al 99% por el camino.

 Así están las cosas.

   Supongo que habrán formas de hacer todo esto con trampas, pero no las conozco, así que no pregunteis.