Los tailandeses votan el domingo, un año después de las violentas manifestaciones que ensangrentaron Bangkok, en elecciones legislativas esenciales para permitir al reino salir del ciclo de violencia al que lo llevó un conflicto frontal entre las élites de la capital y las masas desfavorecidas del país.
Los comicios oponen ante todo al Partido Demócrata (en el poder) al partido opositor Puea Thai, dirigido de facto desde el exilio por el ex jefe de gobierno Thaksin Shinawatra, depuesto por un golpe de Estado en 2006.
Se trata de un enfrentamiento que un editorialista del diario Bangkok Post resumió con la frase: "el clon contra la marioneta".
En el papel de "marioneta" estaría el primer ministro Abhisit Vejjajiva, de 46 años de edad, llegado al poder a fines de 2008 y acusado de estar manipulado por el ejército y por las élites de Bangkok que gravitan alrededor del palacio real.
En el rol de "clon", Yingluck Shinawatra, hermana de Thaksin, líder del Puea Thai y calificada con esa palabra por el propio ex primer ministro. Pese a su falta de experiencia política, Yingluck, una empresaria de 44 años de edad, domina en las encuestas al amparo de la popularidad de su hermano en los sectores populares.
Las elecciones aparecen por ello, una vez más, como una votación por o contra Thaksin, quien pese al exilio sigue siendo una figura inevitable de la política tailandesa.
El Puea Thai aboga por una amnistía para todos los políticos condenados, lo que lo incluye, propuesta calificada de escandalosa por el Partido Demócrata.
"Es hora de desembarazarse del veneno Thaksin", declaró durante la campaña Abhisit, quien no vaciló en evocar una posible "guerra civil" en caso de regreso del exilio del hombre que las élites consideran un enemigo de la monarquía.
Los 48 millones de electores tailandeses eligen a 500 diputados para un mandato cuatro años. Las encuestas prevén que el Puea Thai salga ganador de los comicios, pero los aliados de Thaksin podrían no obtener mayoría absoluta y tener dificultades para reunir una coalición. Semejante situación llevaría a un callejón sin salida y abriría la puerta a "artimañas secretas para permitir a los demócratas formar el próximo gobierno", estima Paul Chambers, de la universidad Payap de Chiang Mai (norte).
Quedarían en el rol de árbitros algunos de los otros 38 partidos que se presentan a los comicios, cinco de ellos miembros de la coalición saliente.
Pero incluso en caso de victoria aplastante el Puea Thai no estaría seguro de poder tomar el poder, y aún menos de conservarlo.
En un país que tuvo 18 golpes de Estado o intentos desde 1932, y en el que el comandante del ejército llama a votar por las "personas decentes", los rumores de golpe abundan.
En Tailandia "los que ganan las elecciones no pueden gobernar y los que gobiernan no pueden ganar las elecciones", resume Thitinan Pongsudhirak, politólogo de la universidad Chulalongkorn de Bangkok.
Y en efecto, Thaksin y sus aliados han ganado todas las elecciones desde 2001, pero fueron echados del gobierno por el ejército en 2006, y luego en dos ocasiones en 2008 por la justicia, una institución acusada por la oposición de estar al servicio de las élites, en las cuales coloca al Partido Democráta, llegado al poder al amparo de veredictos polémicos.
Desde entonces, los "camisas rojas", en su mayoría partidarios de Thaksin, no cesan de manifestarse contra Abhisit.
Su movimiento alcanzó su nivel más intenso el año pasado, cuando ocuparon el centro de Bangkok durante dos meses, antes de ser dispersados violentamente por el ejército, lo que causó más de 90 muertos.
El riesgo si uno de los campos no acepta el resultado de las elecciones es que el país vuelva a ser agitado por manifestaciones y violencia.
Fuente: Jornada Online