En un pueblo un monje presta atención a sus ocho teléfonos móviles. Mientras, en la ciudad, una joven habla por dos aparatos al mismo tiempo. Esto no es raro en Camboya. Entre 2009 y 2010 el número de líneas telefónicas móviles en el país se duplicó. La consecuencia: una situación que tiene algo de ridículo.
Lim Sivhuy tiene cuatro teléfonos móviles y cinco números diferentes, pero resulta prácticamente imposible localizarla por teléfono. Uno puede pasarse todo el día intentándolo. En el primer intento, se escucha un mensaje diciendo que el teléfono de Lim está ocupado. Si se llama a otro de sus números, te dicen que no existe. Después, si se intenta con otro número, se escucha sonar el timbre, y una voz automática te anima a intentarlo más tarde.
En Camboya, el frustrante intento de llamar por teléfono a Lim, de 20 años, que vive en la ciudad occidental de Pursat, no es en absoluto una experiencia única. La Camboya urbana está tan sobresaturada de móviles y números de teléfono que a menudo es imposible conseguir contactar con nadie.
Los cultivadores de arroz tienen dos teléfonos, y en los mercados hay docenas de tiendas que venden móviles. Esta situación se debe a que en el pequeño país asiático hay sin duda demasiados proveedores de servicio de telefonía móvil.
En 2006 Camboya tenía tres operadores de telefonía móvil; al final de 2010 había nueve, una cifra asombrosa si se tiene en cuenta que el país tiene una población de 15 millones de habitantes. Naciones mucho más habitadas tienen menos proveedores. Tailandia, por ejemplo, con 61 millones de habitantes, tiene cuatro operadores; Vietnam, con 60 millones de ciudadanos, tiene siete.
Reconociendo que hay una competencia excesiva, dos de los operadores camboyanos (Smart Mobile y Star-Cell) anunciaron en enero una fusión, algo que los analistas creen que podrá iniciar la senda de otras consolidaciones en el mercado.
“Es uno de los mercados más competitivos del mundo”, asegura el presidente de Smart Mobile, Thomas Hundt. “No conozco otro país que tenga un promedio como el de Camboya, con ocho operadores para un país de 15 millones de habitantes”.
Las ventajas de las técnicas de captación en un mercado de telefonía tan competitivo han resultado beneficiosas para los consumidores, bombardeados por ofertas y con la posibilidad de comprarse terminales por menos de cinco euros.
Entre 2009 y 2010 el número de líneas telefónicas móviles en Camboya se duplicó, pasando de 4,2 millones de números de teléfono a 8,5 millones, según datos gubernamentales. Hace seis años, cuando había muchos menos operadores que ahora, había tan sólo 690.000 números.
La consecuencia es que se ha llegado a una situación un poco ridícula. Ver a alguien hablando por dos móviles al mismo tiempo no es algo raro.
A la diseñadora Souk Srey Mom sus clientes le insisten para que meta como pueda cinco o seis número de teléfono en las tarjetas de visita, pese a que ella les advierte que “no va a ser bonito, ¡es un lío!”.
Otros optan por hacerse con números “de la suerte”, concebidos a base de complicados cálculos o aparentes elecciones arbitrarias. ¿El precio del número 017999999? Probablemente unos 3.000 euros.
“Sí. Tengo un montón de teléfonos móviles”, admite Lim Sihvuy teléfono. “Es porque es muy fácil y muy práctico, y además hay muchos teléfonos modernos y muy bonitos”.
Esa es la clave, asegura un portavoz del Ministerio de Correo y Telecomunicaciones. Los móviles son fáciles de conseguir; son útiles; son modernos. En un país que camina rápidamente hacia el desarrollo, el simple hecho de tener varios aparatos móviles dice más sobre el estatus de una persona que si en realidad se tiene dinero para pagar por el servicio. De ahí que Camboya sea un país repleto de números de teléfono inoperativos y llamadas que no se devuelven. Hay demasiados móviles, y poco dinero para utilizarlos. Infinidad de números de teléfono están en el limbo.
Las estadísticas son como mínimo imprecisas. Nadie sabe el porcentaje exacto de camboyanos que utilizan móviles, aunque el gobierno calcula que ronda el 50 por ciento. Aún así todo apunta a que pronto habrá aún más tiendas de telefonía móvil, más números y más confusión.
En la provincia rural de Kampong Thom, Lim Vuthy, un menudo monje que fuma finos cigarrillos, tiene ocho (sí, ocho) teléfonos móviles. Hace unos días, un lunes por la tarde, reclinado sobre un mueble de madera de su pagoda, mostraba todo su arsenal telefónico. Tiene virtualmente un número con cada operador y todos los aparatos son de marcas diferentes.
Explica que cada teléfono es absolutamente necesario, porque hay veces en que recibe tres llamadas urgentes al mismo tiempo y tiene que atenderlas todas de manera simultánea. “Es difícil hablar por tres móviles al mismo tiempo”, comienza a decirnos antes de ser interrumpido por una llamada telefónica. Un poco azorado, contesta y le dice a su interlocutor que no puede hablar y cuelga. Después devuelve el móvil a su colección.
“Tener tantos móviles es complicado, cada vez más”, continúa Lim, quien después de una pausa añade que no sabe si tendrá “más números en el futuro... no es nada difícil conseguirlos”.
Fuente: La Información